domingo, 15 de agosto de 2010

Cultura Matlatzincas


Historia


Los matlazincas habitaron principalmente el sur y el occidente del Estado de México, el oriente de Michoacán y el norte de Guerrero y algunas localidades de Morelos y el Distrito Federal, ubicándose el centro de su territorio en la antigua zona lacustre del Alto Lerma. De hecho toda los estados de Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Morelos, Michoacán, Guerrero, Jalisco y Colima predominanban pueblos de lengua otomangueana entre los que se encuentran, además de los matlatzincas, los otomíes, los mazatecos y los mazahuas.



Los matlatzincas antiguos formaron poderosos señores que en la época prehispánica construyeron importantes centros políticos y ceremoniales, integrantes también del señorío que dominó el extenso territorio habitado por otomíes, mazahuas, ocuiltecas y nahuas; conocido como Valle de Matlatzinco (hoy valle de Toluca).

Entre 1475 y 1519 los mexicas emprendieron diversas acciones bélcias contra los matlatzincas. La lengua predominante del Alto Lerma y el Valle de Toluca estaba dominada por los matlatzincas y su lengua era la mayoritaria en la región. En la época de Moctezuma Ilhuicamina, Matlatzinco empezó a verse como objeto de conquista y los mexica atacaron a los matlatzincas con el pretexto de que habían rehusado proporcionar materiales para la construcción de un templo, pero las verdaderas razones eran los temores del grupo gobernante axteca por la simplicaciones estratégicas de Matlatzinco, ubicado entre el estado purépecha y el estado mexica, los dos en expansión.[2] Además Matlatzinco era una importate área de producción de maíz. Cuando los matlatzincas rehusaron proporcionar materiales, Tlacaélel, hermano mayor de Moctezuma, incitó a Axayácatl a conquistar Matlatzinco.

Durante la Conquista de México, los matlaltzincas, se unieron a los malinalcas y cohuixcas para ayudar en una ofensiva externa a los mexicas, quienes se encontraban sitiados en la ciudad de Tenochtitlan. Hernán Cortés envió a los capitanes Andrés de Tapia y Gonzalo de Sandoval al mando de un ejército mixto de españoles y pueblos aliados. Las batallas fueron largas y difíciles, pero al final los mexicas fueron derrotados.[3] Posteriormente el territorio matlatzinca pasó también a estar administrado por los españoles, que previamente habían sido aliados de los matlatzincas.

Idioma


Artículo principal: Lenguas matlatzinca-tlahuica

Las lenguas matlatzinca-tlahuica son parte del grupo de lenguas otopames, subgrupo de las lenguas otomangueanas que incluyen al otomi, pame, y chichimeca-jonaz

El idioma tiene dos subgrupos dialectales que son mutuamente ininteligibles: uno de ellos llamado Ocuilteca o Tlahuica y el Matlatzinca propiamente dicho. Se considera que en una época eran un mismo lenguaje que evolucionó en forma divergente en dos grupos separados. El idioma está en peligro de extinción, y en nuestros días es hablado por no más de 100 personas, la mayoría de edad avanzada en San Francisco Oxtotilpan, mientras que el subgrupo Ocuilteca lo hablan entre 50 y 10 personas en los pueblos de San Juan Atzingo y Santa Lucía del Progreso.

Cultura Otomi

Cultura Otomí


Los otomíes son un pueblo indígena del centro de México. Está emparentado lingüísticamente con el resto de los pueblos de habla otomangueana.

La Cultura Otomí es la madre que dio origen a los pueblos otomangue de troncos lingüísticos como el otomangue, del cual surgen los mazahuas, matlatzincas, tlahuicas, chichimecas y pames. De la Nación Ancestral Otomí surgieron grandes civilizaciones como la Cuicuilca, Tlatilca, Teotihuacana, Cholulteca, Tolteca y Xiquipilca, donde nuestros ancestros edificaron ciudades y centros ceremoniales como huella de su presencia milenaria.


Asentamiento histórico


El área históricamente ocupada por los otomíes se localiza en el Altiplano Central. Las lenguas otomíes se hablan en Hidalgo (41 municipios), el oeste del Estado de México (25 municipios), el norte de Veracruz (12 municipios), el norte de Puebla (11 municipios), Querétaro (seis municipios), el sureste de Guanajuato (cinco municipios), el este de Michoacán (un municipio) y el este de Tlaxcala (un municipio).

En esta área el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), a través del XII Censo General de Población y Vivienda 2000, identificó 1 426 localidades, en cada una de las cuales 5% o más de la población habla alguna de las lenguas otomíes; todas ellas se representan en esta carta.

Las lenguas otomíes colindan al suroeste del área con la lengua mazahua, con la que comparte el territorio del municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México; al sur con alguna de las lenguas nahuas; al norte, con las lenguas pames; al este, en la región Huaxteca, con el tepehua, el totonaco y con alguna de las lenguas nahuas, con las que comparte el territorio del municipio de Huehuetla, Hidalgo.

Cultura Mazauhua

Mazahuas


El censo del año 2000 identificó a 101,789 hablantes de esta lengua (46,709 hombres y 55,080 mujeres). Se encuentran asentados en la región noroccidental y centro-occidental del estado, mayoritariamente en 13 municipios rurales que son: San Felipe del Progreso, Villa Victoria, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Villa de Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca, Temascalcingo, El Oro, Jocotitlán, Atlacomulco y Valle de Bravo. Desde principios del siglo XVI los mazahuas han ocupado esta zona, que está integrada por una serie de montañas, lomas y valles en los que predomina el clima frío.[1]

Son productores de artesanías y textiles desde hace varios siglos, identificado esto por el establecimiento de un obraje textil que le

cultura Acolhua

Horigenes

De acuerdo con el cronista Ixtlilxochitl primero se habrían establecido en la región los chichimecas de Xolotl y posteriormente se habrían otorgado tierras a los “verdaderos acolhuas”. Sin embargo, existe evidencia que esta versión de la historia no es correcta: varios señoríos les preceden siglos antes, entre ellos los de Coatlichan (una cabecera de la Triple Alianza de 1047 a 1272), Huexotla, Otompan y Chimalhuacan.


Lo que las fuentes designan como la “raza” Acolhua, en realidad es el resultado del desarrollo de diferentes grupos étnicos asentados en la región oriental del Estado de México y la parte colindante de Hidalgo con éste, siendo principalmente las tradiciones otomíes y nahuas las dominantes. Con el tiempo desarrollan una conciencia “tolteca” declarándose descendientes de chichimecas y nahuas; este proceso tiene por resultado que en las fuentes las relaciones con otros grupos o los sucesos sean mitificados, provocando que los datos a primera vista parezcan improbables y confusos, siendo necesario en nuestros tiempos revisiones más cuidadosas de los documentos que conocemos.

Aunque su antigüedad es exagerada en algunas fuentes (siglo IX o X, refiriéndose al asentamiento en Tenayuca), lo más razonado es aceptar la cronología que los coloca en el siglo XIII (con su posible origen a finales del XII). La importancia de esta etnia radica en que el linaje de los señores de Tenayuca-Tetzcoco, años antes de su alianza con los mexicas logran el control de una amplia zona que incluye la ruta comercial hacia el Golfo de México (zona huasteca), incluso se considera que habían alcanzado el mayor refinamiento cultural del Altiplano Central a la llegada de los españoles.

Primeros tiempos


Según las fuentes, los orígenes de esta cultura inician con la salida de su caudillo Xólotl del legendario Chicomoztoc. Teniendo un asentamiento provisional en Xoloc para posteriormente establecer su capital en Tenayocan (Tenayuca). Al revisar cuidadosamente los documentos coloniales resulta notorio que la participación de Xolotl más que ser histórica, es parte de un contexto mítico, de un discurso en el cual se establecen las bases que validan su derecho a gobernar [1] La existencia física de un caudillo trascendente que sería mitificado, tal vez habría ocurrido a partir del año 1130; por otra parte, siguiendo los indicios de las fuentes [2] pudo haber sido gobernante durante 47 años, de 1157 a 1204, si es que en realidad existió.

El segundo señor (considerado ya plenamente como tlatoani) de nombre Nopaltzin, gobernó de 1202 a 1236. Aunque las fuentes y pictografías del siglo XVI presentan a los acolhuas como chichimecas bárbaros y poco civilizados, en realidad ya realizaban censos, demarcaban territorios, tenían una organización política clara y creaban obras hidráulicas complejas; todo esto denota una cultura superior a la tradicionalmente aceptada. Por otro lado -según el estudio de Charles Dibble del Códice Xólotl- la propuesta de que al iniciar su reinado este segundo tlatoani su territorio abarcaba de poniente a oriente desde el Nevado de Toluca hasta el Pico de Orizaba en Veracruz, y de norte a sur desde el señorío de Metztitlan en Hidalgo hasta Izucar en Puebla, es exagerada. Ya que de ser así, deberían existir pruebas arqueológicas y documentos que demuestren la superioridad e influencia que generaría tal centro rector, que de alguna manera tendría que dejar huella y que de hecho, no existe.

El gobierno de Nopaltzin no es sobresaliente, pues en su tiempo los tepanecas junto a los colhuas ejercían mayor influencia. El territorio que dominaba este chichimeca-acolhua se ceñía a la Sierra de Guadalupe y las estribaciones correspondientes, de alguna manera limitados por el “Tepanecapan” hacia el sur y por la alianza de Xaltocan-Tepotzotlan-Cuauhtitlan por el norte. Nopaltzin se casó con Azcaxochitzin, hija de Pochotl y nieta de Topiltzin de Tula, [3] tuvieron tres hijos, Cozanatzin-atencatl que fue a gobernar a Zacatlan; Huixaquentochin que gobernó en un lugar denominado Tenamitec; y Tlotzin Pochotl que fue elegido como sucesor en Tenayocan.

Tlotzin [4] se casó con Pachxochitzin, hija de un señor de Chalco llamado Cuahuatlal; tienen seis hijos, Xiuhquetzal, Tochin, Nopaltzin Cuetlachihuitzin, Quinatzin Tlaltecatzin, Malinalxochitl (quien se casa con Tlacotzin señor de Coatlichan, de donde se desprende el derecho para gobernar el Acolhuacan) y la sexta fue una mujer de la que se desconoce el nombre.

Asciende en 1236 [5] centrando su regencia en mejorar la calidad de vida, construyendo grandes obras hidráulicas, mejorando los caminos, estableciendo relaciones cordiales con sus tributarios, esto provoca un aumento demográfico y un Estado bien organizado. Para 1240 llegan los mexitin que piden permiso a Tlotzin para fundar el poblado de Huixachtitlan, que se volverá su primera capital. En 1245 acontece el enfrentamiento entre el señorío de Tenayocan y el de Colhuacan, donde los primeros -con ayuda de los mexitin- son los vencedores, aprovechando el momento obtienen mujeres colhua-toltecas con las que “mejoran” sus linajes. El resto de su reinado continua progresando y realizando alianzas, sobre todo con la región oriente del lago de Tetzcoco, al momento de su muerte ya se considera su territorio como un tlahtocayotl fuerte, sólido, con muchos recursos, tanto que es capaz de participar en la guerra que se ciñe sobre la sucesión al trono de

Cultura Mixteca


Los mixtecos


Son un pueblo amerindio de la familia lingüística otomanque, habitante de los actuales estados mexicanos de Oaxaca, Guerrero y Puebla. La cultura mixteca floreció en el sur de México desde el siglo IX hasta principios del XVI y sus miembros fueron los artesanos más famosos de México. Sus trabajos en piedra y en diferentes metales nunca fueron superados. Entre sus especialidades se podían citar los mosaicos de plumas, la alfarería polícroma decorada y el tejido y bordado de telas.


Las contribuciones más importantes de los mixtecos son: los registros pictográficos en códices hechos sobre piel de venado de la historia militar y social que narran aspectos del pensamiento religioso, de los hechos históricos y de los registros genealógicos de su cultura; la orfebrería, cuyas muestras como pectorales, narigueras, anillos o aretes, demuestran que manejaron con maestría el oro trabajado con la técnica de la cera perdida, así como el labrado del alabastro, el jade, la turquesa y la obsidiana, entre otros. Las piezas más notables que se conocen proceden de los enterramientos de Monte Albán, descubiertos por el arqueólogo Alfonso Caso, y que se exhiben en el Museo Regional de Oaxaca. Otros legados mixtecos son: un calendario análogo al utilizado por los aztecas y sus técnicas agrícolas.



Entre los siglos XI y XII de nuestra época, los mixtecos adoptaron una influencia tolteca cuya característica civilizadora los motivó a buscar asentamientos más estables que los que habían tenido; se dedicaron a dominar a los zapotecas por medio de invasiones de sus tierras, guerras y alianzas políticas por matrimonios. De ese modo se apoderaron, por ejemplo, de Monte Albán, que había sido abandonada por los zapotecas y los mixtecos convirtieron en necrópolis, enriqueciendo notablemente sus monumentos funerarios. Tanto en esa ciudad, como en Mitla, aportaron conceptos arquitectónicos evolucionados como las grecas geométricas de piedras ensambladas que adornan los palacios. Otras ciudades zapotecas de las que se apoderaron los mixtecos son Zaachila y Yagul, también en el estado de Oaxaca, con las que se complementa el conjunto del impresionante legado de estas culturas. Los mixtecos influyeron en el declive de la civilización maya en el sur, y permanecieron independientes de los aztecas en el norte. Es posible que la población mixteca actual ronde el medio millón de personas, distribuidas en 3 regiones principales: la Mixteca Alta (en las zonas frías de la sierra Madre del Sur), la Mixteca Baja (siguiendo el curso del río Atoyac) y la costa (estados de Oaxaca y Guerrero). 


Cultura Zapoteca



Desde épocas muy remotas, hacia el año 800 a.C., durante el horizonte Preclásico, los zapotecos se establecieron en los valles centrales del actual estado de Oaxaca. Así, mientras Teotihuacan florecía en el centro de México y las ciudades mayas en el sureste, Monte Albán, centro ceremonial construido en lo alto de un cerro, era la ciudad más importante de la región oaxaqueña.

Los zapotecas desarrollaron una agricultura muy variada que a principios del periodo Clásico daba sustento a numerosas aldeas. Para tener buenas cosechas rendían culto al sol, la lluvia, la tierra y el maíz.

Las mujeres y hombres del pueblo, que vivían en las aldeas, estaban obligados a entregar como tributo: maíz, guajolotes, miel y frijol. Además de agricultores los zapotecos destacaron como tejedores y alfareros. Son famosas las urnas funerarias zapotecas que eran vasijas de barro que se colocaban en las tumbas.

Los zapotecos alcanzaron un elevado nivel cultural y fueron, junto con los mayas, el único pueblo de la época que desarrolló un sistema completo de escritura. Por medio de glifos y otros símbolos grabados en piedra o pintados en los edificios y tumbas, combinan la representación de ideas y sonidos.

Actualmente, los zapotecos conforman un importante grupo indígena. Viven principalmente en el estado de Oaxaca, aún cuando hay pequeños grupos en Veracruz, Guerrero y Chiapas. La región zapoteca se encuentra en la sierra, en los valles centrales y en el istmo. Desde un punto de visto lingüístico, el zapoteco forma parte de la familia oaxaqueña y se encuentra entre las lenguas indígenas con mayor número de hablantes en nuestro país.

Las grandes ciudades que construyeron los pueblos agrícolas de Mesoamérica, crecieron y estuvieron habitadas durante varios siglos. Sin embargo, entre los años 700 y 800 d.C., casi todas ellas fueron abandonadas. Primero, en Teotihuacan, después en la zona maya y luego en Monte Albán. A pesar de eso, florecieron nuevos centros ceremoniales como Cacaxtla y El Tajín. Durante este periodo también subsistieron señoríos avanzados en el Altiplano, como los de Cholula y Xochicalco; y en los estados de Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro, se desarrollaron las culturas de Occidente.

Monte Albán dominó los valles hasta fines del periodo Clásico y, al igual que otras ciudades mesoamericanas, entre los años 700 y 800 d.C. terminó su esplendor; pese a ello, la cultura zapoteca continuó en los valles de Oaxaca.